viernes, febrero 17

ESPECIALIDAD EN MEDICINA DE URGENCIAS Y EMERGENCIAS, y YA

Mis justificaciones posiblemente molesten a algunos -intensivistas, médicos de familia, incluso urgenciólogos- pero quiero decir lo que pienso, lo que siempre he creído y el tiempo ahora me está dando la razón:

1. La especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (EMUE) existe desde hace años en buena parte de los países desarrollados, tanto bajo modelos sanitarios públicos tipo "seguridad social" y "sistemas nacionales de salud" como puramente privados.

2. La EMUE es parte de una amplísima disciplina sociosanitaria que es la Medicina Aguda, como se la conoce en la denominación anglosajona, disciplina compartida en fases y casos específicos con la Medicina Intensiva. Y digo sociosanitaria porque planificar y gestionar situaciones de riesgo previsible, facilitar centros de coordinación y comunicaciones a alertas epidemiológicas, medioambientales y alimentarias, desviar pacientes a recursos de larga estancia o residenciales, controlar descompensaciones subagudas de procesos crónicos, etc, son actividades que requieren puerta única para maximizar su efectividad y su eficiencia.

3. Las afirmaciones vertidas sobre el incremento de gasto que supondría su implantación no están en absoluto contrastadas, más bien al contrario. Formar correctamente a los futuros gestores del 65% de los ingresos hospitalarios en su fase aguda, y del 90% de los que no llegan a ingresar, es evidente que presentará connotaciones muy positivas en la menor utilización de recursos y en la minimización de su coste cuando dispongan de las estructuras y herramientas adecuadas.

4. En este sentido, los departamentos de Urgencias y Emergencias deberían diversificar su oferta asistencial, en un próximo futuro, buscando una mayor calidad mediante la atención clínica horizontal en Unidades gestionadas según niveles de gravedad y complejidad, y no puramente anatómicas. La enfermedad aguda tiene una fase inicial -generalmente sindrómica- donde la precocidad y corrección de diagnóstico y tratamiento pueden suponer menos recursos y gasto y, sobre todo, menos morbimortalidad. Apellidar no es una actividad propia de la EMUE.

5. Los servicios de Medicina Intensiva llegaron a conformar un "hospital del hospital" hace 35 años, sobre todo allá donde sus responsables facilitaban el acceso a otras especialidades, creando unidades abiertas y funcionales. Desde hace algún tiempo este papel lo han retomado -o lo deberían retomar- los departamentos de Urgencias. La Medicina moderna exige una especialidad "amplia", transversal, que permita el acceso hospitalario por una sola puerta, la estabilización del proceso y el paso a otras disciplinas que continúen y finalicen la actividad ya comenzada.

6. La atención urgente es social y clínicamente exigida desde hace muchos años, en parte por un progreso económico y cultural que demanda mayor inmediatez -tanto en necesidades reales, como percibidas o incluso no justificadas- y en parte por un brutal cambio epidemiológico que precisa el factor tiempo en los procesos agudos y en los subagudos de las descompensaciones de los crónicos.

7. Los vehículos de soporte y traslado de pacientes están reconocidos legalmente como centros sanitarios, que cubren la atención clínica en la fase habitualmente más compleja de las patologías agudas, y en un medio hostil y peligroso, lo que obliga a que sea suministrada por especialistas concretos, para ser mantenida sin solución de continuidad dentro del hospital.

8. Aludir a que la edad y el tipo de actividad tendrán un papel disuasorio en los profesionales de la EMUE de mañana, amparándose en la visión exclusiva de los servicios actuales, es un grave error planteado sobre una base muy estrecha. También se decía eso de la Medicina Intensiva -especialidad sin duda con menor campo de actuación que la EMUE- y, sin embargo, no sólo no ha disminuído sino que ha incrementado claramente sus prestaciones, las dimensiones de sus unidades y la tecnología. Publicaciones recientes así lo confirman.

9. La asistencia urgente -que no emergente- en Atención Primaria presenta características diferenciales con la hospitalaria, que le permiten ser resuelta en más del 95% de las ocasiones por los especialistas en Medicina Familiar, magníficos profesionales del entorno y alcance que dicta su especialidad, y del trabajo interdisciplinar y en equipo: primer contacto del enfermo no crítico con el sistema, mantenimiento y control clínico y farmacológico de crónicos, continuidad extrahospitalaria de buen número de procesos, epidemiología y salud comunitaria, atención domicilaria, creación y seguimiento de programas de salud, promoción y educación, campañas informativas, inmunizaciones, control escolar, gestión de IT, etc."

10. Aun siendo internista e intensivista convencido, creo que conozco suficientemente el terreno de la Medicina Aguda, y que he vivido las experiencias necesarias para poder defender cuanto afirmo. Casi 40 años han pasado desde que, en 1968, me quedaba ensimismado con las técnicas de soporte (intubación, ventilación mecánica, marcapasos, desfibrilación, acceso central), aplicadas a aquellos afortunados enfermos críticos que lograban llegar al hospital. Por eso, desde entonces luché por la consecución de recursos que primero acortaran el tiempo, más tarde que mejoraran la situación clínica, finalmente que fueran otros especialistas quienes intervinieran. Jamás creí ni colaboré en la integración orgánica de los servicios de Urgencias y de Medicina Intensiva: pero sí en la progresividad funcional y en la continuidad asistencial que ambas especialidades podían ofertar al ciudadano, al profesional, al hospital y al sistema.Allá donde esté, seguiré defendiendo la EMUE, porque es imprescindible conseguirla e implantarla ya, mañana mejor que pasado.

Emilio Moreno Millán
Socio SEMES nº 1

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