martes, abril 18

Y mas opiniones de los Socios

Me entristece, como profesional -formado hace 38 años, en la Medicina Interna, porque no había especialidad de Medicina Intensiva, y que he trabajado 22 de ellos ya con este segundo título, 18 como jefe de servicio- leer los comentarios que los presidentes de las sociedades científicas de ambas disciplinas, junto a la de Medicina de Familia, hacen negando la de Urgencias y Emergencias, posiblemente en su propio nombre y no en el de los miles de asociados que dicen representar.

Y me entristece porque se basan en hipótesis (gasto sanitario, descoordinación de niveles, discontinuidad asistencial, disminución de lacalidad) no contrastadas, faltas por completo de todo rigor. Y además porque asumen, con estas afirmaciones, un conservadurismo radical carente de puntos de vista concretos sobre la realidad social, su demanda de cuidados de salud y la necesidad de una oferta completamente nueva adaptada a esta situación, la satisfacción de los ciudadanos, la efectividad de la atención y la eficiencia de los recursos disponibles.

Los servicios de Urgencias hospitalarios son -y serán, en un largo futuro- los auténticos gestores clínicos y económicos de nuestros hospitales: clínicos, porque recogen la fase más conflictiva de las enfermedades, resolviendo directamente u orientando su resolución hacia otras áreas funcionales, que no estructurales; y económicos, porque estas unidades, junto a las UCI, consumen una cuarta parte del presupuesto con una actividad que multiplica -en complejidad y número- la del resto de departamentos.

El ingreso hospitalario urgente supone en la actualidad mayores estancias, pesos, comorbilidades y complicaciones -en definitiva, más empleo de recursos y superior gasto- que el programado, sobre todo en edades avanzadas, obligando a sus profesionales a filtrar al máximo ese acceso mediante una gestión interna mucho más acusada.

Y mientras tanto, la atención prehospitalaria es insuficiente: tiempos de respuesta fuera de norma, inequidad en la distribución y ubicación de los equipos, con amplísimas zonas "vacías" incluso urbanas, sin adecuación a las necesidades reales, sin utilización de otros recursos existentes en la cadena de supervivencia...

Me gustaría debatir con los presidentes de las tres sociedades -y me ofrezco para ello, donde quieran y cuando quieran- con datos objetivos, rigurosos y contrastados, lejos de simples opiniones demagógicas y sin fundamentos. Nuestros profesionales y nuestros ciudadanos se merecen, cuanto menos, el respeto a una demanda absolutamente justificada, social y económicamente.

Emilio Moreno Millán - Socio nº 1 de SEMES-

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