miércoles, abril 19

No a las maniobras de confusión

La Comisión de Recursos Humanos del SNS debe pronunciarse sobre la idoneidad de una especialidad troncal en urgencias. Los autores rebaten los argumentos esgrimidos por los presidentes de Semfyc, SEMI y Semicyuc contra la especialidad y la petición de crear una comisión de expertos, y les acusan de querer dilatar una decisión anunciada.

Es cierto que en el último año se ha intensificado el debate sobre la pertinencia, o no, de una especialidad en medicina de urgencias y emergencias dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS), tal y como manifiestan los presidentes de tres sociedades científicas: Semfyc, SEMI y Semicyuc, en una reciente tribuna (ver DM del lunes). Es, prácticamente, lo único cierto que dicen. El resto, además de falsedades, o puras especulaciones grandilocuentes -eso sí, interesadas, defendiendo posiciones estrictamente laborales bajo la coartada de la ciencia y la calidad asistencial-, carece de argumentos sólidos y coherentes, haciendo propuestas que lo único que buscan es alargar la toma de una decisión anunciada, en la esperanza de que el tiempo juegue a su favor. También en esto se equivocan. La evidencia, a la vez que la resolución de la mayoría de los médicos de urgencias, será mayor a favor de la especialidad, dejando a los representantes de estas sociedades en el más puro ridículo, así como a los que pudiesen haber escuchado sus cánticos.

Sobre sus reflexiones iniciales nos gustaría aclarar que cuando se arrogan la representatividad de los médicos de urgencias lo hacen confundiendo el hábito con el monje. Estos médicos -la mayoría con plaza en propiedad después de la OPE extraordinaria del 2001-, son médicos de urgencias, con independencia de la especialidad que tengan; y si hay alguien que, desde el punto de vista profesional, los engloba y representa, esa es la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), no las sociedades antes mencionadas, pues nada tiene que ver la asistencia a las urgencias con la atención continuada de las distintas especialidades que existen en el SNS.

Tampoco es cierto que todo el Consejo Nacional de Especialidades (CNE) esté en contra de la creación de la especialidad, así, entre otros, Juliana Fariña, presidenta de la Comisión Nacional de Anatomía Patológica, en la misma edición de DM, se posiciona claramente a favor de la especialidad. Y respecto a las sociedades de primaria son más las que están a favor, como públicamente se han manifestado Semergen y SEMG (ver DM del 12-VII-2005).

Por último, y por acabar con las reflexiones, aclararles que sí existen numerosos estudios, informes y propuestas que avalan, de forma objetiva y con datos, nuestra demanda y, en cambio, son ellos los que carecen de documentación y datos objetivos con los que defender sus argumentos. ¿Dónde están los estudios científicos que los sustentan? ¡No confundan sus deseos e intereses con la realidad¡

Con y sin MIRSobre sus razones para oponerse a la especialidad, troncal o no, nos gustaría hacer las siguientes consideraciones:

-Todos los profesionales que han hecho el MIR no "atesoran una preparación y conocimientos (...) para resolver los problemas urgentes que presentan los ciudadanos". Todos los profesionales, con o sin MIR, de los distintos servicios de urgencias sí han tenido que completar sus formación mientras daban asistencia a los ciudadanos, a la vez que abandonaban parte de las habilidades adquiridas durante su formación especializada y que estaban destinadas a otros entornos asistenciales. Esto sí es malgastar tiempo, dinero e ilusiones profesionales, además de, en determinadas situaciones, estar obligados a asumir responsabilidades para las que no estaban específicamente formados, poniendo en entredicho, así sí, la calidad asistencial.

-La especialidad de urgencias existe formalmente en siete países de la Unión Europea, además de en la mayoría de los países occidentales más desarrollados (Estados Unidos, Canadá, Australia, Israel,etc.) y en la mayoría de los Iberoamericanos.

-El abordaje integral a las urgencias y la coordinación asistencial necesaria para ello, si algo precisa es de profesionales cualificados para dar la asistencia de calidad a la que los ciudadanos tienen derecho. Lo de la vía única para la entrada al sistema se logra, entre otras medidas, con una historia clínica única, a la que tengan acceso los facultativos adecuados a las necesidades del paciente. Nada tiene que ver eso con la creación o no de la especialidad.

-El que existan muchas especialidades en España no justifica que no se cree una nueva, si es necesaria. Posiblemente justifique la desaparición de algunas, pero ése es otro debate. El oponerse a los cambios que demandan los tiempos, por defender intereses particulares, es una actitud reaccionaria, inmovilista y conservadora que tendría que hacer reflexionar a más de uno.
-Respecto a la opinión de las distintas consejerías de Salud no cabe mayor atrevimiento, pues es de sobra conocido el posicionamiento público a favor de la especialidad de prácticamente todas ellas y que tuvo como fruto la propuesta de creación de la especialidad vía troncal por parte de la Comisión Técnica de Formación Especializada en Ciencias de la Salud el pasado día 21 de marzo. Que algunas cambien de criterio, por presiones o intereses políticos es otro cantar. La proposición no de ley que el PSOE presentó en días pasados y que al parecer cuenta con el beneplácito de todo el arco parlamentario nos refuerza.

Respecto a su propuesta de analizar de forma rigurosa y en profundidad la situación de las urgencias en España, sólo sirve para poner de manifiesto el profundo desconocimiento de las urgencias y el desentendimiento que hasta ahora han tenido de ellas. La Semes sí ha hecho este análisis en múltiples ocasiones, entre otras con la publicación de uno de los estudios más rigurosos que se ha hecho de la urgencias en España hasta el momento: Urgencias Sanitarias en España: Situación actual y propuestas de mejora. EASP, Granada 2003. No cabe por tanto pedir ahora estudios que ya existen y que lo único que persiguen es dilatar este debate por intereses espurios.

Reconocimiento implícitoTampoco cabe utilizar la necesidad de una mejor organización de las urgencias y emergencias para negar la creación de la especialidad; es un argumento falaz, impropio de organizaciones a las que se les presume rigor científico. El reconocimiento de la necesidad de formación continuada para mejorar la atención de los problemas urgentes y del diseño del mapa competencial, así como el de cambios organizativos, es un reconocimiento implícito de ese ámbito y de esos profesionales. El participar en ese debate en plano de igualdad es uno de nuestros argumentos para defender la especialidad de urgencias. Hasta ahora hemos sido excluidos de la discusión, y pretenden seguir excluyéndonos, precisamente por no estar bajo la cobertura de una especialidad.

Es por todo ello que pensamos que el Pleno de la Comisión de Recursos Humanos del SNS será coherente con lo hecho hasta ahora y tomará la decisión adecuada para que la calidad asistencial que hasta ahora se está proporcionando en los servicios de urgencias sea viable y sostenible en el futuro; futuro donde la carencia de profesionales podría hacer quebrar esa calidad.

Luis Jiménez Murillo, Tomás Toranzo y Francisco Aramburu

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