Semes reclama a Sanidad que la falta de consenso no retrase la especialidad
La Sociedad de Medicina de Urgencias y Emergencias ha aprovechado la presentación del proyecto de programa docente de la futura especialidad troncal -diseñado con Semergen- para pedir a Sanidad que la falta de consenso con otras sociedades no sirva de coartada para retrasar una especialidad que "debe tener sus primeros MIR en otoño de 2007".
Francisco Goiri
17/11/2006
A pesar de la reiterada y manifiesta oposición de varias sociedades científicas a la existencia de una especialidad troncal en urgencias, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) ha reclamado a Sanidad que no se ampare en esa falta de consenso para retrasar la implantación de una especialidad que, según Semes, "debería tener sus primeros residentes en otoño de 2007"."
La dificultad para lograr un acuerdo no puede ser una coartada para retrasar algo que llevamos reclamando desde hace años y a lo que Sanidad ya ha dado su visto bueno". Tomás Toranzo, vicepresidente de Semes, se refería así al anuncio del Pleno de la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud (SNS) de que puede existir una especialidad troncal en urgencias, que podría compartir sus dos primeros años de formación con Familia, Interna e Intensiva.
La presentación del Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna, que Semes y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) han diseñado conjuntamente, se convirtió ayer en una llamada de atención a la Administración central.
"Nosotros hemos cumplido con nuestros compromisos y ahora esperamos que Sanidad actúe con prontitud y que antes de finales de año tengamos el necesario consenso para que la especialidad de Urgencias y Emergencias sea una realidad a principios de 2007", afirmó Luis Jiménez Murillo, presidente de Semes.
Los responsables de Semes y Semergen han insistido en que este proyecto docente "está abierto a todas las sociedades" y, de hecho, se lo harán llegar a las dos implicadas -la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)- y a la Sociedad Española de Medicina General (SEMG). Además, lo enviarán a la Comisión Promotora de la Especialidad que, dentro del Ministerio de Sanidad, estará formada por representantes de los ministerios de Sanidad y Educación y otros propuestos por las autonomías. El objetivo de esa comisión es elaborar la estructura definitiva de la nueva especialidad con el mayor consenso posible de todas las partes implicadas.
Murillo y Julio Zarco, presidente de Semergen, coincidieron en que, "una vez determinada la necesidad de la especialidad", la discusión en esa comisión tiene que ser estrictamente científica."Después de año y medio, nos consta la voluntad de Sanidad de ir adelante con la especialidad y no podemos contaminar esa comisión con intereses partidistas. Es hora de que hablen personas con perfil técnico", afirmó Zarco. Más contundente, Jiménez Murillo espera que "cuando nos sentemos a negociar en esa mesa nos encontremos enfrente con interlocutores que, al menos, tengan el mismo nivel científico que los que hoy estamos aquí".
Aunque el presidente de Semes reconoció que "la negociación con el ministerio va por buen camino y a un ritmo aceptable", insistió en la misma idea de Toranzo: "No queremos más demoras; si hace falta esperaremos a diciembre del año que viene, pero la especialidad no se puede retrasar más. Que no demos problemas no quiere decir que no podamos darlos".
A pesar de que la presentación del programa docente fue también una mano tendida a las dos sociedades implicadas (Semfyc y SEMI), sus responsables seguían insistiendo ayer en que la mejor opción es crear un área de capacitación específica (ACE) en urgencias y emergencias.
Un tronco inicial común de dos años con Familia y Medicina Interna
El borrador docente que han elaborado Semes y Semergen está inspirado en el que la primera sociedad presentó en su día y, como adelantó Diario Médico, prevé un tronco común inicial de dos años, que incluya los principales conocimientos teórico-prácticos de las especialidades de Medicina de Familia y Comunitaria y Medicina Interna.
Aunque el Ministerio de Sanidad barajaba que ese tronco también podía incluir conocimientos de medicina intensiva, Javier Fonseca, responsable del Grupo de Trabajo de Urgencias de Semergen, entiende que "intensiva y anestesiología tienen más cosas en común para formar un tronco conjunto". Aun así, insistió en que "esto es sólo un proyecto y, como tal, abierto a cualquier cambio en la comisión ministerial".
El proyecto docente, dividido en nueve apartados, hace un repaso por la evolución experimentada por la regulación de la formación especializada hasta la aparición de la LOPS, resume las ventajas de la troncalidad y delimita los objetivos y competencias que el futuro residente de urgencias y emergencias debería adquirir en todas las especialidades que integren el futuro tronco.
http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/mi_
dm/atencion_primaria/profesion/es/desarrollo/710060_01.html
Blog del Grupo de Trabajo Pro Especialidad en Medicina de Urgencias de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias -SEMES-
viernes, noviembre 17
martes, noviembre 14
Presentación Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna
En junio de este año, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) firmaron un acuerdo de colaboración que contemplaba de manera genérica el espíritu de colaboración en materia de formación y de investigación por parte de las dos Sociedades. Este acuerdo se ha materializado en la constitución de una Comisión Mixta que comenzó a trabajar inicialmente con el objetivo de desarrollar un proyecto de troncalidad común que facilite el desarrollo de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS).
Tras la decisión del Ministerio de Sanidad y Consumo de crear una Especialidad de Urgencias, la Comisión Mixta de SEMES y SEMERGEN se puso a trabajar en el diseño del Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna. El documento, producto del trabajo de muchos meses, es la primera puesta en común de dos Sociedades Científicas, con el objetivo de desarrollar la LOPS y edificar entre ellas el tronco común, que desarrollaran las especialidades en formación.
Para presentar oficialmente este documento, el próximo jueves 16 de noviembre de 2006 a las 11:00, te invitamos a la rueda de prensa que tendrá lugar en la Sede de la SEMERGEN (C/ Narváez, 15. 1º Izda). Participarán en el acto, el Dr. Luis Jiménez Murillo, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES); el Dr. Tomás Toranzo, vicepresidente Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES); el Dr. Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN); y el Dr. Javier Fonseca, responsable del Grupo de Trabajo de Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Acto: Presentación Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna
Fecha: Jueves, 16 de noviembre de 2006
Hora: 11:00 hrs.
Lugar: Sede de SEMERGEN (C/ Narváez, 15 – 1º Izda.)
En junio de este año, la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) firmaron un acuerdo de colaboración que contemplaba de manera genérica el espíritu de colaboración en materia de formación y de investigación por parte de las dos Sociedades. Este acuerdo se ha materializado en la constitución de una Comisión Mixta que comenzó a trabajar inicialmente con el objetivo de desarrollar un proyecto de troncalidad común que facilite el desarrollo de la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS).
Tras la decisión del Ministerio de Sanidad y Consumo de crear una Especialidad de Urgencias, la Comisión Mixta de SEMES y SEMERGEN se puso a trabajar en el diseño del Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna. El documento, producto del trabajo de muchos meses, es la primera puesta en común de dos Sociedades Científicas, con el objetivo de desarrollar la LOPS y edificar entre ellas el tronco común, que desarrollaran las especialidades en formación.
Para presentar oficialmente este documento, el próximo jueves 16 de noviembre de 2006 a las 11:00, te invitamos a la rueda de prensa que tendrá lugar en la Sede de la SEMERGEN (C/ Narváez, 15. 1º Izda). Participarán en el acto, el Dr. Luis Jiménez Murillo, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES); el Dr. Tomás Toranzo, vicepresidente Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES); el Dr. Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN); y el Dr. Javier Fonseca, responsable del Grupo de Trabajo de Urgencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Acto: Presentación Proyecto Formativo Troncal de las Especialidades de Medicina de Urgencias y Emergencias, Medicina Familiar y Comunitaria y Medicina Interna
Fecha: Jueves, 16 de noviembre de 2006
Hora: 11:00 hrs.
Lugar: Sede de SEMERGEN (C/ Narváez, 15 – 1º Izda.)
sábado, noviembre 11
El Ministerio de Sanidad afirma que se limita a cumplir lo que estipula la LOPS
A pesar de la reiterada y unánime crítica de los representantes de las tres especialidades afectadas, el Ministerio de Sanidad no ha querido entrar en la polémica.
REDACCIÓN
10/11/2006
Fuentes de la Administración afirman: "Lo único que hacemos es cumplir lo que estipula la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS)".
Sanidad se remite concretamente a la disposición transitoria cuarta de la norma, que especifica que "en el plazo de cinco años desde la entrada en vigor de esta ley [22 de noviembre de 2003], el Gobierno modificará, suprimirá o adaptará el sistema de formación" de las especialidades que no se cursan por el sistema de residencia". Como consecuencia de ello, la disposición derogatoria segunda del decreto formativo presentado por Sanidad afirma que "quedan suprimidas, con efectos de 22 de noviembre de 2008, las especialidades de Hidrología Médica, Medicina del Deporte y Medicina Legal".
Los afectados lamentan la restrictiva interpretación que Sanidad hace de la LOPS: entre modificar, suprimir o adaptar, sólo ha optado por el segundo verbo. Aun así, el ministerio alega que "de momento estamos trabajando con borradores, de forma que el debate sigue abierto y aún no hay ninguna decisión cerrada".
http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/profesion/es/desarrollo/707627.html
A pesar de la reiterada y unánime crítica de los representantes de las tres especialidades afectadas, el Ministerio de Sanidad no ha querido entrar en la polémica.
REDACCIÓN
10/11/2006
Fuentes de la Administración afirman: "Lo único que hacemos es cumplir lo que estipula la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS)".
Sanidad se remite concretamente a la disposición transitoria cuarta de la norma, que especifica que "en el plazo de cinco años desde la entrada en vigor de esta ley [22 de noviembre de 2003], el Gobierno modificará, suprimirá o adaptará el sistema de formación" de las especialidades que no se cursan por el sistema de residencia". Como consecuencia de ello, la disposición derogatoria segunda del decreto formativo presentado por Sanidad afirma que "quedan suprimidas, con efectos de 22 de noviembre de 2008, las especialidades de Hidrología Médica, Medicina del Deporte y Medicina Legal".
Los afectados lamentan la restrictiva interpretación que Sanidad hace de la LOPS: entre modificar, suprimir o adaptar, sólo ha optado por el segundo verbo. Aun así, el ministerio alega que "de momento estamos trabajando con borradores, de forma que el debate sigue abierto y aún no hay ninguna decisión cerrada".
http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/profesion/es/desarrollo/707627.html
lunes, noviembre 6
LA FORMACIÓN DEL ESPECIALISTA EN MEDICINA FAMILIAR Y COMUNITARIA Y LOS NIVELES DE RESPONSABILIDAD PARA GESTIONAR EMERGENCIAS
Dr. E. Moreno Millán
Desde hace algún tiempo, una de las asociaciones científicas que más encarnizadamente se oponen a la posible creación de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE) en nuestro país, reclamando para sus profesionales esta actividad, es la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC). En su afán por transmitir su mensaje a la Administración –defendiendo una participación que, en mi opinión, solo parcialmente les podría afectar- han publicado un comunicado oficial en el que afirman que sus especialistas "cuentan con una exhaustiva formación en urgencias y emergencias", que "no existen argumentos que justifiquen la creación en España de la MUE" y que ésta "podría generar una nueva estructura estanca con consecuencias adversas en materia de financiación, la pérdida de continuidad en el cuidado de los pacientes…y una menor eficiencia y peor gestión de los recursos sanitarios"(1).
La MFYC comenzó a ser especialidad en 1978, el mismo año que se conseguían en Alma-Ata -en una reunión auspiciada por la OMS y la UNICEF, con repercusión mundial- una nueva definición más adecuada de la salud (no sólo la ausencia de enfermedad), el compromiso de más de un centenar de países en el objetivo de contemplarla como un derecho humano y social ("Salud para todos en el año 2000"), y se realizaba un planteamiento integral y progresista para trabajar por la cobertura de las necesidades básicas de la población en un proyecto denominado Atención Primaria (AP) (2).
El concepto de AP así considerado tenía enormes implicaciones, pues apuntaba la necesidad de una estrategia de salud integral, que no solo abasteciera de servicios sanitarios a áreas deprimidas, sino que también afrontara las causas sociales, económicas y políticas de su ausencia, promoviéndose una distribución más ajustada de los recursos. Es cierto que, desde entonces, la AP intenta representar el primer contacto de los ciudadanos con el sistema de salud, lo que se equipararía a ser su puerta de entrada. Y no lo es menos que está caracterizada por prestar una atención continua y permanente, y que en su horario de funcionamiento ordinario se incluyen las visitas sin cita previa (3). Pero estas afirmaciones no son óbice para aclarar que, 28 años más tarde y por motivos muy variados, el acceso no es único y la asistencia continuada o la consulta no programada no deben ser identificadas con una urgencia.
En el último cuarto del siglo XX, la tecnología, el tráfico, la violencia y el medio ambiente han provocado un extraordinario desarrollo de patologías y lesiones, muchas de ellas complejas y muy graves, que deben resolverse –o, al menos, iniciar su resolución con mecanismos de soporte- allá donde se produzcan y en el menor tiempo posible. Por otra parte, el progreso económico de los estados más avanzados y el mantenimiento del modelo del bienestar –aunque coexisten desigualdades e inequidades entre individuos y grupos sociales- lleva aparejada la solicitud de inmediatez en la prestación de cualquier servicio comunitario, en primer lugar el sanitario (4).
Ambos elementos han transformado, junto al crecimiento y envejecimiento demográficos, la población de los años setenta en una sociedad más educada y culta, más anciana y más rica, pero también más exigente. En especial, la democratización producida en España y el cambio de un modelo de salud dependiente de la Seguridad Social (tipo Bismarck) a un sistema nacional (Beveridge) completamente descentralizado y financiado por impuestos, ha venido acompañada de una demanda que supera ampliamente la oferta y que genera racionamiento por la vía no económica (listas de espera) (4).
Todos estos factores –y algunos más- han originado la necesidad de plantear qué forma de respuesta aplicar para frenar exigencias sociales, médicamente no justificadas pero reales: asumir el problema, adaptando estructuras y personal a los nuevos procesos, o buscar herramientas disuasorias como el copago. Porque, seamos sinceros, evitar la sobrecarga producida en los últimos años, tanto en los centros de AP como en los hospitales, es imposible si no se utilizan medidas coercitivas, políticamente incorrectas, socialmente inequitativas y sanitariamente peligrosas en la mayoría de los casos.
Entre los elementos más demandados por los ciudadanos está, por tanto, la atención urgente y emergente. La tendencia incremental en estas asistencias (más de un 5% anual) obliga a reflexionar sobre la primera de las posibles soluciones al problema: la reforma estructural y de sus recursos humanos y materiales. Aparece como lógico, pues, que la oferta que se facilite a esa demanda sea efectiva, eficiente y de calidad y, para ello, es necesario introducir personal adecuadamente preparado, especializado exclusivamente en esa línea de producto. Frenar el ingreso hospitalario mediante un correcto filtro en el servicio de Urgencias, dotado de los medios y unidades imprescindibles, conlleva un importante ahorro de estancias a igualdad de peso relativo, disminuye complicaciones y minimiza costes (5-9).
La gestión inicial del enfermo crítico en estos departamentos –incluso más prolongada si no existe disponibilidad en los de cuidados intensivos- está perfectamente contrastada, admitida y recomendada en la literatura (7-9). En este sentido, la atención puede ser exclusiva o funcionalmente conjunta con el especialista en Medicina Intensiva (MI), pero la necesidad obliga a la formación del profesional de la MUE en muchos de estos conocimientos (8, 9). El hecho de que sólo un 3-5% de pacientes que llegan a Urgencias tenga el carácter crítico, no exime de poseer una sólida formación en estas disciplinas, y es deseable así porque también debe enfrentarse a ellas en el ambiente prehospitalario (9). Formación que sólo se adquiere mediante una especialización vía MIR, consolidando teoría y práctica diaria con enfermos complejos, y no de forma ocasional.
Pero, además, existe otro 10-15% de pacientes que precisan atención casi inmediata, aunque no presenten deterioro vital, requiriendo técnicas invasivas y manejo agresivo. La fase de comienzo de muchas enfermedades es fundamental para el resultado final, y debe evitarse la producción de disfunciones orgánicas y sistémicas que suelen generarse al principio y desarrollarse posteriormente. También estos enfermos son subsidiarios de los especialistas en MUE, gestores autónomos e independientes del área que puede hacer o no eficiente a todo un hospital.
En la planificación de situaciones de riesgo previsible, en la coordinación de centros operativos, en el transporte secundario y en la atención prehospitalaria a víctimas de accidentes colectivos y desastres es, asimismo, determinante el papel del profesional de la MUE. Su formación, polivalente y multidisciplinaria, es trascendental para gestionar y rentabilizar adecuadamente estas intervenciones. El cuerpo doctrinal de esta disciplina es suficientemente amplio y profundo, y expresa con objetividad la necesidad de facilitar recursos y conocimientos específicos y de calidad (10).
El Plan Docente de la especialidad de MFYC, que fue aprobado en 2002 para iniciarse en la promoción 2004-2005 (11), recomienda inicialmente el centro de salud como lugar de aprendizaje, y en su anexo I (Guía bibliográfica y de recursos de Internet) no recoge ninguna revista relacionada con las urgencias y emergencias, sino simplemente un libro, adjetivado asimismo como básico. En el contenido y estructuras del Programa formativo tan sólo existe un apartado (9.1.16. Urgencias y Emergencias), especificando las actividades a conocer agrupadas por tres grados de prioridad, consistiendo el II en "el manejo diagnóstico y terapéutico en un primer nivel de las urgencias médicas, quirúrgicas y traumatológicas", y el III en "zona de críticos de las urgencias médicas, quirúrgicas y traumatológicas", atendidas ambas en un hospital.
Sin embargo, cuando el mismo Plan habla de los niveles de responsabilidad, enfatiza que el terciario –al que corresponden todas las intervenciones de los dos grados de prioridad anteriormente comentados- "es competencia de otros especialistas, pero el MFYC debe ser capaz de informar, apoyar al paciente y a la familia, y asegurar la coordinación y la continuidad de la atención" (11).
Evidentemente, dejar de prestar una asistencia a un enfermo o herido, urgente o emergente, por el simple hecho de ser competencia de otros, constituiría sin duda un delito de omisión de socorro, apoyo al que todo ciudadano –mucho más un médico- está obligado. Pero esto no puede traducirse en que las actividades de soporte vital, ética y moralmente necesarios para todos los profesionales sanitarios, faculten global y directamente para desarrollar otra determinada disciplina. Siempre parece acertado disponer de recursos para solventar las primeras fases de una actuación que consiga salvar una vida –mucho más cuanto más alejado se esté del centro especializado- pero catalogarlos y denominarlos "dispositivos de cuidados críticos y urgencias", como hizo el PAUE en la AP de Andalucía (12), supone al menos una peligrosa frivolidad.
Me consta que todo el conjunto de especialistas en MFYC que, actualmente, se dedican a asistir urgencias y emergencias en centros de AP y hospitales españoles, se han responsabilizado individualmente de una magnífica formación autodidacta, incluso mediante maestrías universitarias sufragadas de su propio bolsillo, habiendo alcanzado la gran mayoría certificaciones y diplomas de excelencia. Tengo absoluta certeza, también, de que muchos son docentes de MUE, publican periódicamente en revistas especializadas y gestionan con efectividad, eficiencia y calidad sus intervenciones, comprobando alta concordancia diagnóstica entre AP y hospitales pero sólo en procesos urgentes que no requieren pruebas clínicas (13, 14). Y, asimismo, que preferirían continuar trabajando en las unidades de urgencias si tuvieran oportunidad de una futura elección.
A pesar de este convencimiento, creo que la SEMFYC no puede colectivamente reclamar para sí una especialidad –la MUE, reconocida en muchos países de la OCDE y considerada complementaria de la MI en la atención continuada del paciente crítico- que solo contempla aspectos básicos en su programa formativo, y que considera competencia de otras en casos graves y complejos específicos (11).
Como conclusión, debe ratificarse la no exhaustividad de la formación en MUE del Programa docente de MFYC, que la continuidad asistencial de los pacientes que acuden a Urgencias está garantizada por la MUE y la MI, y que no se provocan con ellas ineficiencias en el sistema, sino todo lo contrario.
No ha sido mi intención deslegitimar a unos magníficos profesionales –entre los que cuento con muchos amigos- sino exponer y corroborar las limitaciones que sus propios responsables han plasmado institucionalmente en su docencia, evidenciando al tiempo las necesidades reales existentes en España, y la forma –en mi opinión- más efectiva, eficiente y de calidad para resolverlas. Jamás he dudado de la calidad humana ni técnica de estos especialistas ni de su adecuada formación, simplemente deseo manifestar lo expresado en su propia área de conocimiento por la Comisión Nacional correspondiente (11).
E. Moreno Millán
Primer Presidente de SEMES
Socio nº 1 de SEMES
Sevilla
Dr. E. Moreno Millán
Desde hace algún tiempo, una de las asociaciones científicas que más encarnizadamente se oponen a la posible creación de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (MUE) en nuestro país, reclamando para sus profesionales esta actividad, es la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC). En su afán por transmitir su mensaje a la Administración –defendiendo una participación que, en mi opinión, solo parcialmente les podría afectar- han publicado un comunicado oficial en el que afirman que sus especialistas "cuentan con una exhaustiva formación en urgencias y emergencias", que "no existen argumentos que justifiquen la creación en España de la MUE" y que ésta "podría generar una nueva estructura estanca con consecuencias adversas en materia de financiación, la pérdida de continuidad en el cuidado de los pacientes…y una menor eficiencia y peor gestión de los recursos sanitarios"(1).
La MFYC comenzó a ser especialidad en 1978, el mismo año que se conseguían en Alma-Ata -en una reunión auspiciada por la OMS y la UNICEF, con repercusión mundial- una nueva definición más adecuada de la salud (no sólo la ausencia de enfermedad), el compromiso de más de un centenar de países en el objetivo de contemplarla como un derecho humano y social ("Salud para todos en el año 2000"), y se realizaba un planteamiento integral y progresista para trabajar por la cobertura de las necesidades básicas de la población en un proyecto denominado Atención Primaria (AP) (2).
El concepto de AP así considerado tenía enormes implicaciones, pues apuntaba la necesidad de una estrategia de salud integral, que no solo abasteciera de servicios sanitarios a áreas deprimidas, sino que también afrontara las causas sociales, económicas y políticas de su ausencia, promoviéndose una distribución más ajustada de los recursos. Es cierto que, desde entonces, la AP intenta representar el primer contacto de los ciudadanos con el sistema de salud, lo que se equipararía a ser su puerta de entrada. Y no lo es menos que está caracterizada por prestar una atención continua y permanente, y que en su horario de funcionamiento ordinario se incluyen las visitas sin cita previa (3). Pero estas afirmaciones no son óbice para aclarar que, 28 años más tarde y por motivos muy variados, el acceso no es único y la asistencia continuada o la consulta no programada no deben ser identificadas con una urgencia.
En el último cuarto del siglo XX, la tecnología, el tráfico, la violencia y el medio ambiente han provocado un extraordinario desarrollo de patologías y lesiones, muchas de ellas complejas y muy graves, que deben resolverse –o, al menos, iniciar su resolución con mecanismos de soporte- allá donde se produzcan y en el menor tiempo posible. Por otra parte, el progreso económico de los estados más avanzados y el mantenimiento del modelo del bienestar –aunque coexisten desigualdades e inequidades entre individuos y grupos sociales- lleva aparejada la solicitud de inmediatez en la prestación de cualquier servicio comunitario, en primer lugar el sanitario (4).
Ambos elementos han transformado, junto al crecimiento y envejecimiento demográficos, la población de los años setenta en una sociedad más educada y culta, más anciana y más rica, pero también más exigente. En especial, la democratización producida en España y el cambio de un modelo de salud dependiente de la Seguridad Social (tipo Bismarck) a un sistema nacional (Beveridge) completamente descentralizado y financiado por impuestos, ha venido acompañada de una demanda que supera ampliamente la oferta y que genera racionamiento por la vía no económica (listas de espera) (4).
Todos estos factores –y algunos más- han originado la necesidad de plantear qué forma de respuesta aplicar para frenar exigencias sociales, médicamente no justificadas pero reales: asumir el problema, adaptando estructuras y personal a los nuevos procesos, o buscar herramientas disuasorias como el copago. Porque, seamos sinceros, evitar la sobrecarga producida en los últimos años, tanto en los centros de AP como en los hospitales, es imposible si no se utilizan medidas coercitivas, políticamente incorrectas, socialmente inequitativas y sanitariamente peligrosas en la mayoría de los casos.
Entre los elementos más demandados por los ciudadanos está, por tanto, la atención urgente y emergente. La tendencia incremental en estas asistencias (más de un 5% anual) obliga a reflexionar sobre la primera de las posibles soluciones al problema: la reforma estructural y de sus recursos humanos y materiales. Aparece como lógico, pues, que la oferta que se facilite a esa demanda sea efectiva, eficiente y de calidad y, para ello, es necesario introducir personal adecuadamente preparado, especializado exclusivamente en esa línea de producto. Frenar el ingreso hospitalario mediante un correcto filtro en el servicio de Urgencias, dotado de los medios y unidades imprescindibles, conlleva un importante ahorro de estancias a igualdad de peso relativo, disminuye complicaciones y minimiza costes (5-9).
La gestión inicial del enfermo crítico en estos departamentos –incluso más prolongada si no existe disponibilidad en los de cuidados intensivos- está perfectamente contrastada, admitida y recomendada en la literatura (7-9). En este sentido, la atención puede ser exclusiva o funcionalmente conjunta con el especialista en Medicina Intensiva (MI), pero la necesidad obliga a la formación del profesional de la MUE en muchos de estos conocimientos (8, 9). El hecho de que sólo un 3-5% de pacientes que llegan a Urgencias tenga el carácter crítico, no exime de poseer una sólida formación en estas disciplinas, y es deseable así porque también debe enfrentarse a ellas en el ambiente prehospitalario (9). Formación que sólo se adquiere mediante una especialización vía MIR, consolidando teoría y práctica diaria con enfermos complejos, y no de forma ocasional.
Pero, además, existe otro 10-15% de pacientes que precisan atención casi inmediata, aunque no presenten deterioro vital, requiriendo técnicas invasivas y manejo agresivo. La fase de comienzo de muchas enfermedades es fundamental para el resultado final, y debe evitarse la producción de disfunciones orgánicas y sistémicas que suelen generarse al principio y desarrollarse posteriormente. También estos enfermos son subsidiarios de los especialistas en MUE, gestores autónomos e independientes del área que puede hacer o no eficiente a todo un hospital.
En la planificación de situaciones de riesgo previsible, en la coordinación de centros operativos, en el transporte secundario y en la atención prehospitalaria a víctimas de accidentes colectivos y desastres es, asimismo, determinante el papel del profesional de la MUE. Su formación, polivalente y multidisciplinaria, es trascendental para gestionar y rentabilizar adecuadamente estas intervenciones. El cuerpo doctrinal de esta disciplina es suficientemente amplio y profundo, y expresa con objetividad la necesidad de facilitar recursos y conocimientos específicos y de calidad (10).
El Plan Docente de la especialidad de MFYC, que fue aprobado en 2002 para iniciarse en la promoción 2004-2005 (11), recomienda inicialmente el centro de salud como lugar de aprendizaje, y en su anexo I (Guía bibliográfica y de recursos de Internet) no recoge ninguna revista relacionada con las urgencias y emergencias, sino simplemente un libro, adjetivado asimismo como básico. En el contenido y estructuras del Programa formativo tan sólo existe un apartado (9.1.16. Urgencias y Emergencias), especificando las actividades a conocer agrupadas por tres grados de prioridad, consistiendo el II en "el manejo diagnóstico y terapéutico en un primer nivel de las urgencias médicas, quirúrgicas y traumatológicas", y el III en "zona de críticos de las urgencias médicas, quirúrgicas y traumatológicas", atendidas ambas en un hospital.
Sin embargo, cuando el mismo Plan habla de los niveles de responsabilidad, enfatiza que el terciario –al que corresponden todas las intervenciones de los dos grados de prioridad anteriormente comentados- "es competencia de otros especialistas, pero el MFYC debe ser capaz de informar, apoyar al paciente y a la familia, y asegurar la coordinación y la continuidad de la atención" (11).
Evidentemente, dejar de prestar una asistencia a un enfermo o herido, urgente o emergente, por el simple hecho de ser competencia de otros, constituiría sin duda un delito de omisión de socorro, apoyo al que todo ciudadano –mucho más un médico- está obligado. Pero esto no puede traducirse en que las actividades de soporte vital, ética y moralmente necesarios para todos los profesionales sanitarios, faculten global y directamente para desarrollar otra determinada disciplina. Siempre parece acertado disponer de recursos para solventar las primeras fases de una actuación que consiga salvar una vida –mucho más cuanto más alejado se esté del centro especializado- pero catalogarlos y denominarlos "dispositivos de cuidados críticos y urgencias", como hizo el PAUE en la AP de Andalucía (12), supone al menos una peligrosa frivolidad.
Me consta que todo el conjunto de especialistas en MFYC que, actualmente, se dedican a asistir urgencias y emergencias en centros de AP y hospitales españoles, se han responsabilizado individualmente de una magnífica formación autodidacta, incluso mediante maestrías universitarias sufragadas de su propio bolsillo, habiendo alcanzado la gran mayoría certificaciones y diplomas de excelencia. Tengo absoluta certeza, también, de que muchos son docentes de MUE, publican periódicamente en revistas especializadas y gestionan con efectividad, eficiencia y calidad sus intervenciones, comprobando alta concordancia diagnóstica entre AP y hospitales pero sólo en procesos urgentes que no requieren pruebas clínicas (13, 14). Y, asimismo, que preferirían continuar trabajando en las unidades de urgencias si tuvieran oportunidad de una futura elección.
A pesar de este convencimiento, creo que la SEMFYC no puede colectivamente reclamar para sí una especialidad –la MUE, reconocida en muchos países de la OCDE y considerada complementaria de la MI en la atención continuada del paciente crítico- que solo contempla aspectos básicos en su programa formativo, y que considera competencia de otras en casos graves y complejos específicos (11).
Como conclusión, debe ratificarse la no exhaustividad de la formación en MUE del Programa docente de MFYC, que la continuidad asistencial de los pacientes que acuden a Urgencias está garantizada por la MUE y la MI, y que no se provocan con ellas ineficiencias en el sistema, sino todo lo contrario.
No ha sido mi intención deslegitimar a unos magníficos profesionales –entre los que cuento con muchos amigos- sino exponer y corroborar las limitaciones que sus propios responsables han plasmado institucionalmente en su docencia, evidenciando al tiempo las necesidades reales existentes en España, y la forma –en mi opinión- más efectiva, eficiente y de calidad para resolverlas. Jamás he dudado de la calidad humana ni técnica de estos especialistas ni de su adecuada formación, simplemente deseo manifestar lo expresado en su propia área de conocimiento por la Comisión Nacional correspondiente (11).
E. Moreno Millán
Primer Presidente de SEMES
Socio nº 1 de SEMES
Sevilla
jueves, noviembre 2
El ex secretario general de la Agencia Española de Medicamentos sustituye a Sánchez Chamorro en la subdirección general de Especialidades en Ciencias de la Salud
José Ignacio Fuentes Gómez ha dejado la unidad de apoyo de la Dirección de RR.HH., donde estaba ubicado tras su marcha de la AGEMED, para ocuparse de dicha subdirección Redacción, Madrid (3-11-06).
Primera intervención, aunque breve, del nuevo subdirector General de Especialidades en Ciencias de la Salud, José Ignacio Fuentes Gómez, tras el cese de la que hasta ahora ocupaba el cargo, Emilia Sánchez Chamorro (ver EL MEDICO INTERACTIVO del 2-11-06). Ha sido en unas jornadas sobre Medicina de Familia y Universidad, celebradas, ayer 2 de noviembre en el Ministerio de Sanidad, organizadas por las Cátedras de Medicina de Familia de Novartis de Cataluña, Madrid y Aragón, junto al Instituto de Formación Novartis (IFN) .
Fuentes ha acudido al acto en sustitución del director general de Universidades, Javier Vidal, a quien ha excusado su presencia en la correspondiente mesa redonda. Sus escuetas palabras durante el referido acto han servido para, además de darse a conocer, transmitir de parte del director general de Universidades, "el interés de la Dirección General de Universidades por la enseñanza de la Medicina de Familia en el ámbito universitario”.
El nuevo subdirector general de Especialidades en Ciencias de la Salud procede del Ministerio de Sanidad donde ocupó, hasta fechas recientes, el cargo de secretario general de la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios (AGEMED). Tras su marcha de la AGEMED se reubicó en la unidad de apoyo de la Dirección General de Recursos Humanos y Servicios Económico-Presupuestarios, donde ha permanecido durante el último mes, tal como el mismo ha informado a EL MEDICO INTERACTIVO.
José Ignacio Fuentes Gómez ha dejado la unidad de apoyo de la Dirección de RR.HH., donde estaba ubicado tras su marcha de la AGEMED, para ocuparse de dicha subdirección Redacción, Madrid (3-11-06).
Primera intervención, aunque breve, del nuevo subdirector General de Especialidades en Ciencias de la Salud, José Ignacio Fuentes Gómez, tras el cese de la que hasta ahora ocupaba el cargo, Emilia Sánchez Chamorro (ver EL MEDICO INTERACTIVO del 2-11-06). Ha sido en unas jornadas sobre Medicina de Familia y Universidad, celebradas, ayer 2 de noviembre en el Ministerio de Sanidad, organizadas por las Cátedras de Medicina de Familia de Novartis de Cataluña, Madrid y Aragón, junto al Instituto de Formación Novartis (IFN) .
Fuentes ha acudido al acto en sustitución del director general de Universidades, Javier Vidal, a quien ha excusado su presencia en la correspondiente mesa redonda. Sus escuetas palabras durante el referido acto han servido para, además de darse a conocer, transmitir de parte del director general de Universidades, "el interés de la Dirección General de Universidades por la enseñanza de la Medicina de Familia en el ámbito universitario”.
El nuevo subdirector general de Especialidades en Ciencias de la Salud procede del Ministerio de Sanidad donde ocupó, hasta fechas recientes, el cargo de secretario general de la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios (AGEMED). Tras su marcha de la AGEMED se reubicó en la unidad de apoyo de la Dirección General de Recursos Humanos y Servicios Económico-Presupuestarios, donde ha permanecido durante el último mes, tal como el mismo ha informado a EL MEDICO INTERACTIVO.
miércoles, noviembre 1
Emilia Sánchez Chamorro cesa como subdirectora general de Especialidades en Ciencias de la Salud
Es muy probable que esta funcionaria permanezca en la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación, dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia
La hasta ahora subdirectora general de Especialidades en Ciencias de la Salud, del Ministerio de Educación y Ciencia, Emilia Sánchez Chamorro, ha sido cesada de su cargo, según ha confirmado fuentes de dicho Ministerio a EL MEDICO INTERACTIVO, el cual no ha facilitado ningún dato más a la espera de que el cese se haga oficial, lo cual será inminente, según las mismas fuentes.Sánchez Chamorro llegó al Ministerio de Educación tras dejar la Subdirección General de Formación Sanitaria del Ministerio de Sanidad a principios de 2002, atribuyéndosele en esa etapa el inicio de la negociación del Estatuto Marco y el proceso de homologación de los Mesto, entre otras labores.Según ha podido saber este medio, todo parece indicar que la ya ex subdirectora general de Especialidades en Ciencias de la Salud, que en estos momentos estaba volcada, entre otros asuntos, en todo el proceso de adaptación de las titulaciones sanitarias de cara a la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, seguirá dentro de la secretaría de Estado de Universidades e Investigación, a donde pertenece la subdirección que hasta ahora ocupaba.
Es muy probable que esta funcionaria permanezca en la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación, dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia
La hasta ahora subdirectora general de Especialidades en Ciencias de la Salud, del Ministerio de Educación y Ciencia, Emilia Sánchez Chamorro, ha sido cesada de su cargo, según ha confirmado fuentes de dicho Ministerio a EL MEDICO INTERACTIVO, el cual no ha facilitado ningún dato más a la espera de que el cese se haga oficial, lo cual será inminente, según las mismas fuentes.Sánchez Chamorro llegó al Ministerio de Educación tras dejar la Subdirección General de Formación Sanitaria del Ministerio de Sanidad a principios de 2002, atribuyéndosele en esa etapa el inicio de la negociación del Estatuto Marco y el proceso de homologación de los Mesto, entre otras labores.Según ha podido saber este medio, todo parece indicar que la ya ex subdirectora general de Especialidades en Ciencias de la Salud, que en estos momentos estaba volcada, entre otros asuntos, en todo el proceso de adaptación de las titulaciones sanitarias de cara a la creación del Espacio Europeo de Educación Superior, seguirá dentro de la secretaría de Estado de Universidades e Investigación, a donde pertenece la subdirección que hasta ahora ocupaba.
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