martes, febrero 21




UNA REFLEXIÓN SOBRE LA ESPECIALIDAD DE URGENCIAS
Dr. Moreno Millán
Socio nº 1 de SEMES

Me preocupa muchísimo la situación que se está planteando, entre distintas sociedades científicas, con relación a la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias (EMUE).

Ayer mismo publiqué, en el blog del grupo de trabajo de la SEMES ( PODÉIS ACCEDER PICANDO EL ENLACE CORRESPONDIENTE EN LA PÁGINA PRINCIPAL DE wwwsemesandalucia.org ) diez puntos que considero suficientes para demostrar la necesidad de la EMUE en un sistema de salud moderno, efectivo, eficiente y de calidad.

Entiendo -hasta cierto punto- que la SEMFYC luche por buscar puestos de trabajo para sus profesionales, porque -como me ocurre a mí- no ven perfectamente claro el horizonte de nuestra Atención Primaria.

Desde Alma Ata han pasado casi 30 años, el modelo que allí se plasmó era más subsidiario de implantarse en regiones poco desarrolladas, y además no se contaba con los evidentes cambios epidemiológico y socioeconómico que se han producido en España.

La integración de hospitales comarcales ha facilitado todavía más el acceso al sistema, incluso en ambientes rurales y, con ello, se minimiza el papel del centro de salud tal y como está concebido en nuestro país. Digo que entiendo que la SEMFYC luche por conseguir parcelas teóricas de actuación, pero no comprendo que se empecine en que una de ellas sea la atención urgente, mucho menos la emergente. Siempre defenderé a los magníficos profesionales de esa sociedad científica, pero tengo que corregirles que la asistencia al enfermo urgente no es precisamente su actividad más específica.

En cuanto a la SEMICYUC, extraña denominación que, como intensivista, no comparto- recuerdo perfectamente mis primeros años de lucha enconada con anestesiólogos y cardiólogos, buscando nuestros pacientes y nuestro rincón de trabajo. En otras palabras nuestro poder. Fue la propia comunidad internacional quien se dió cuenta de la necesidad social de la Medicina Intensiva (MI), de sus resultados ante el paciente grave y complejo, potencialmente recuperable y, sobre todo, de la eficiencia técnica y económica que se producía en los hospitales.

Cierto es que faltaban varios eslabones en la continuidad y progresividad de estos enfermos (atención prehospitalaria, resucitación intrahospitalaria, nutrición artificial, transporte secundario, emergencias...) que, si hacemos un examen de conciencia, nadie -o muy pocos- quería desarrollar. Personalmente propuse (Pamplona, 1986) que se denominara medicina prehospitalaria aquella que actuaba sobre el enfermo que, llegado vivo al hospital, debería pasar a manos de los intensivistas en las UCI, dejando la denominación Extrahospitalaria para las intervenciones sobre emergencias que, una vez estabilizadas, no precisaban continuidad en MI.

Por tanto, el campo de la MI está perfectamente claro y acotado desde los puntos de vista técnico, social, sanitario, económico, ético y laboral. Su necesidad está fuera de toda duda, incluso algunos países inicialmente detractores defienden ahora la existencia de las UCI, y autores como Pronovost, Angus o Arnold expresan los beneficios alcanzados en Estados Unidos.

Ahora bien, que seamos los "profesionales del enfermo crítico", como reza el logotipo de la SEMICYUC, no nos faculta para serlo en cualquier sitio: hay enfermos críticos en quirófanos, hemodiálisis, hemodinámica, neonatología...que son asistidos por otros especialistas sin problema alguno.

¿Por qué no pueden existir especialistas dedicados a ese 2-3% de emergencias y al 97-98% de urgencias restantes que llegan a las puertas de los hospitales?
¿O es que, como en Andalucía, queremos ser los responsables?
¿Queremos los intensivistas cubrir la atención a bordo de helicópteros o ambulancias terrestres en derivaciones hospitalarias, las 24 horas de 365 días?
¿Queremos también atender PCR en un campo de fútbol o una romería?
¿O quizás, asistir cólicos nefríticos y dispepsias etílicas de madrugada? ¿No es más lógico que un EMUE trate un problema de vía aérea o de IRA mediante una intubación y ventilación mecánica transitoria, y un intensivista maneje un SDRA calculando shunt intrapulmonar y curvas...?

Seamos serios: las urgencias y emergencias existen, la MUE también y la mejor forma de alcanzar efectividad, eficiencia y calidad es la formación vía MIR: ser especialista.

Y, ya en el tercer milenio, hay campo suficiente para todos: la sociedad reclama inmediatez y eficacia, pero debería también pedir rentabilidad en el uso de los recursos y el mayor coste-beneficio y coste-efectividad de una tecnología o una intervención.

¡Cuánto me gustaría que intensivistas y "familias" dejásemos de poner trabas y ayudáramos a conseguir la EMUE!.

Emilio Moreno Millán

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