por MONICA LALANDA
publicado en El Mundo 26-1-11
Los médicos de urgencias estamos siempre ahí. De día, de noche, a -15 o a 40º, en Nochebuena, en Nochevieja, en la final del Mundial de fútbol, en las epidemias, en las pandemias, en los atentados, cuando su niño tiene fiebre, el marido un infarto, la abuela no puede respirar o su hijo sufre un atropello. Estamos siempre abiertos, siempre alerta, siempre de servicio, permitiendo que la vida siga su rumbo. Los médicos de urgencias estamos, pero no somos. La administración continúa sin reconocer que somos una especialidad.
Los médicos de urgencias estamos en primera fila para manejar a los pacientes más graves, a los traumatizados más severos, a los que se les ha parado el corazón de repente, los que no pueden respirar, los que les sangra el estómago o los que les ha faltado el riego al cerebro o los que convulsionan. Los médicos de urgencias estamos, pero no somos. El sistema continúa sin reconocer que los pacientes más graves necesitan médicos formados expresamente para tratarlos, altamente especializados. De Perogrullo, vamos.
Los médicos de urgencias estamos bien valorados por los usuarios y en los múltiples estudios de satisfacción de pacientes, nos condecoran con notables. La mayoría de los pacientes que buscan nuestra ayuda no saben que nuestra formación es a base de palos, de autogestión, de leer, de confundirte, de preguntar, de acudir a cursos sueltos, de pasar infinito miedo a no saber... Si un pulmón lo trata un neumólogo, una urgencia la debería tratar un 'urgenciólogo'. Los pacientes no saben que estamos, pero que no somos.
Los médicos de urgencias estamos ahí y vemos al año a uno de cada dos españoles. Estadísticamente, en dos años toda la población del país ha pasado por nuestras manos. Además, uno de cada 10 españoles recibe asistencia de los Servicios de Emergencias Médicas. Ninguna especialidad hospitalaria es tan claramente necesaria como la medicina de urgencias para el buen funcionamiento de la sanidad española y sin embargo estamos, pero no somos. Huele a abuso.
Los médicos de urgencias estamos entre los colectivos más numerosos. La sociedad española de Medicina de Urgencias y Emergencias tiene más de 8.000 asociados de un total de 50.000 profesionales que dan su servicio a los usuarios. Estamos a miles, pero no somos. La administración lleva años dando largas a una necesidad que es obvia para los que estamos dentro. Tantos y tan invisibles, los médicos fantasma.
Los médicos de urgencias estamos siempre activos publicando e investigando, organizando congresos. La revista 'Emergencias' tiene indiscutible calidad científica y deja poco o nada que envidiar a los 'journals' de países donde urgencias sí es especialidad. Aquí estamos, sí, pero no somos. De la mano de la ciencia y con el tortazo de la administración.
Los médicos de urgencias estamos siempre en condiciones más duras que cualquier otro médico. Nos apremia el tiempo, manejamos simultáneamente a muchos pacientes, carecemos de información sobre muchos de ellos, tomamos muchas más decisiones al día (o noche) que nadie y las tomamos rápido, trabajamos con ruido y con distracciones, lidiamos situaciones altamente estresantes, nos enfrentamos a familiares ansiosos, a pacientes agresivos o intoxicados, rozamos la muerte con los dedos, quitamos el dolor…
Igual cosemos una cabeza que intubamos. Somos otra especie. Y mientras realizamos con la mayor dignidad y eficacia nuestro dificilísimo trabajo, muchos 'especialistas' nos ningunean, nos faltan al respeto, nos tratan como si fuéramos sus residentes por que claro….ellos SÍ son especialistas, nosotros, solamente estamos. (Aprovecho para proponer linchamiento para cualquier médico que nos vuelva llamar “médicos de puerta”).
Los médicos de urgencias estamos en el punto de mira de los médicos que empiezan y según un estudio publicado en Emergencias, el 40.5% de los MIR estarían dispuestos a hacer la residencia en dicha especialidad.
Sin embargo, las urgencias se siguen abasteciendo de médicos formados para Medicina Familiar y Comunitaria que, una vez incorporados a las urgencias tardan bastante más de dos años en adquirir las habilidades necesarias. Los de urgencias estamos, pero no somos. El sistema ignora la necesidad imperiosa de una formación homogénea, específica y acreditada. Simplemente, ridículo.
Los médicos de urgencias estamos entre los que cometemos más errores, más que cualquier médico en cualquier otro ámbito. Los estudios confirman que un departamento de urgencias cumple todos los requisitos necesarios para ser un excelente caldo de cultivo para cometer errores.
Ahora también tenemos nuestro propio estudio nacional realizado por la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias sobre incidentes o efectos adversos en las urgencias de 21 hospitales españoles (EVADUR). Las cifras hablan por sí solas, un 12% de pacientes atendidos en las urgencias son víctimas de alguno de estos sucesos. Pero hay un dato escalofriante, el 70% de las veces, la causa de estos efectos adversos está relacionada con aspectos formativos del profesional. Las conclusiones son rotundas, la falta de especialidad atenta contra la seguridad del paciente.
Los médicos de urgencias y emergencias estamos ya hartos de esperar, hartos de años de largas, de cambiar fechas, del eterno “sí, pero….”. Esta semana, la administración nos ha vuelto a torear. Los médicos de urgencias y emergencias merecemos dejar de estar en las urgencias y pasar a ser Especialistas en Urgencias y Emergencias; pero, sobre todo, es un derecho que el paciente español debe exigir: Urgencias, ¡ya!